de desembre 12, 2005

Un altre regal

A més del Cu-Cut!, aquest any he rebut un altre regal valuosíssim. És l'edició en DVD de I Vitelloni , editada per Criterion. Aquesta empresa atresora un dels millors catàlegs cinematogràfics que existeixen: Renoir, Godard, Kurosawa, Cocteau, Fellini, Bergman, Tarkovsky, Hitchcock, Fuller, Lean, Kubrick, Lang, Sturges, Dreyer, Eisenstein, Ozu, Sirk, Buñuel, etc. Però el que la fa excepcional és el respecte que tenen per l'obra i per l'autor. Així, editen les pel·lícules en versió íntegra i amb el format original, restauren la imatge i el so, milloren les traduccions pels subtítols... i quan poden, col·laboren amb els mateixos directors per aconseguir la versió més fidel. Habitualment hi inclouen també documentals i entrevistes. En fi, una passada...

I parlant de la peli, us passo una mena de crítica que he trobat a la web elamante:

Los inútiles
Todos somos vitelloni
I Vitelloni, Italia, 1953, dirigida por Federico Fellini.

“Me gustan los naufragios”, repetía Fellini, quien creía que la decadencia era fundamental para todo renacimiento. Y con el naufragio del neorrealismo, quien fuera ayudante de Rossellini en Roma, ciudad abierta y Paisà, diseñó un mundo con I Vitelloni como estación inicial. La Romaña como cosmos: el Fellini esencial consiste en un puente tendido entre Los inútiles hasta Amarcord, pasando por Ocho y medio.

A diferencia de lo que sucede con monumentos como La dolce vita, tan íntimamente ligada a su época y geografía como para apreciarse hoy como ejemplar documento histórico, y en sentido inverso a lo que ocurre con La strada, donde el énfasis sentimental y el exceso poético tienden al denso subrayado de sus personajes y a la perseverancia en un patetismo que hoy nos es distante, Los inútiles fluye ligera como en los tiempos de su estreno. Casi sin historia pero con un nudo de pequeños relatos (o retratos) en esbozo, Fellini traza sus sketches feliz de poder enamorarse de sus marionetas al tiempo de percibirlas con cordial ironía. Y el espectador acompaña ese mundo donde la acción dramática queda limitada a una actividad entre ansiosa y perezosa, gozosa y levemente insensata. Fellini recordaba de Los inútiles, ante todo, el cuadro de sus muchachones en el muelle, avistando la niebla y con el viento agitando sus abrigos. Agreguemos las bajadas a la playa, las corridas para guardarse del chubasco y los vagabundeos insomnes por el empedrado, mientras la gente productiva repone fuerzas para el día siguiente, en suma, la insistencia en lo leve hasta llegar al alma de cada personaje. En I Vitelloni hay concursos de belleza, imágenes de santos, bailes de carnaval, máscaras y monstruos. Pero sobre todo hay seres vivos que íntimamente reconocemos como nuestros semejantes, y dejan reconocer ese entrañable vitellone escondido en cada espectador.